La sequía tomó al cereal justo en su período más sensible. El paso de La Niña no sólo anuló el efecto de la ampliación de la superficie sembrada sino que ajustó negativamente la producción, respecto de la lograda en el 2006/07.
El maíz fue el cultivo más perjudicado por la sequía y en el que más se notó la alta heterogeneidad de condiciones, complicando la cuantificación numérica de pérdidas.
La producción argentina de maíz 2007/08 se estima en 20,2 millones de toneladas, una cifra 7% inferior a la alcanzada para el ciclo 2006/07. La superficie implantada con el cultivo sumó un 13% a las cultivadas en la exitosa campaña anterior.
Estás 450.000 hectáreas extras no alcanzaron para neutralizar la pérdida del rinde promedio nacional de 63 qq/ha en relación a los 77 qq/ha de la exitosa 2006/07 (+21,5%). La producción comercializable retrocedería respecto del ciclo pasado por el mayor uso del grano como forraje, en parte por planificación previa y en parte por las hectáreas que no se cosecharán por la sequía.
El intenso estrés termohídrico sufrido en los meses claves para el maíz de diciembre y enero, atribuidas en parte al evento “La Niña”, golpeó con dureza en las provincias pampeanas.
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En las zonas del centro, sureste y noroeste de la provincia de Buenos Aires, los partidos que forman el área de influencia de Junín, Lincoln y Pehuajó (aportan 425.000 ha a la producción de maíz bonaerense) podrían obtener rindes medios que serían 10 a 30% menores al año pasado, pudiendo llegar hasta el 40% de caída para la azotada zona de Tres Arroyos.
También las provincias de La Pampa y Entre Ríos muestran severas bajas de rindes; del orden del 30% al 45% respecto de su ciclo predecesor.
Santa Fe y Córdoba están en un nivel de daño más limitado, con el 10 y el 20%, respectivamente. Una zona maicera por excelencia, la de influencia de Río Cuarto, contó con un aporte hídrico extra que permitió mantener mejores reservas en el período crítico. Ello ameritó para que la merma en rendimiento medio no sobrepase el 10%.
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Santa Fe fue privilegiada por el clima al recibir mayores montos de precipitaciones que el resto de la región productiva, principalmente en el departamento de General López.
El errático patrón de lluvias puso mayor énfasis en la aptitud de cada zona, en lo que a suelos se refiere, particularmente en aquéllas con mayor “espalda” como para sacar el mejor potencial del grano. El comportamiento climático también jugó a favor de las siembras tardías de esta campaña, que resultaron oportunas por el re-acondicionamiento del régimen pluvial de febrero.
Este trabajo surge de trabajar con los datos aportados por una red de informantes, que son ingenieros referentes de cada zona, visitas a campo y el set de datos climáticos obtenidos por la propia red de estaciones GEA para lo que es la zona núcleo. También se anexaron datos de las estaciones del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) para realizar un seguimiento de la dinámica del agua en suelo en los momentos críticos del maíz sobre todo el país agrícola.