EL TRIMESTRE DE INVIERNO


Todo el mundo vinculado a la actividad agropecuaria conoce que el corriente año viene siendo muy húmedo, con el epicentro de la afectación hídrica ubicado en la provincia de BA, donde a lo largo de las últimas semanas un área estimada en un número que supera los 10 millones de hectáreas ha sufrido o aún sufre distintos grados de anegamientos. Sin embargo cuando desagregamos todo el curso del año y sólo consideramos el trimestre de invierno podemos justificar por qué la zona triguera más grande del país es la principal afectada. Hacia finales de julio las copiosas precipitaciones que se observaron en todo el este del país, cedieron para definir un período seco, que se prolongó hasta iniciado el mes de septiembre, salvo, en el sur de BA. En efecto al sur del Salado se concretó un evento, al cabo del cual toda la zona sumó la lluvia total del invierno, con lo cual, sumando a lo que ya había llovido entre junio y julio terminó por configurarse una anomalía que nuevamente, como en 2012, volvió a inundar la vasta pampa deprimida bonaerense. En esta ocasión con mayor impacto sobre el área triguera del sudeste, fundamentalmente los partidos desplazados hacia la costa sur de BA. Contrastando con la sobreabundancia de agua en el sur, aparece la falta de agua en CB, buena parte de SF y el noroeste de BA. Esta zona había logrado muy buenas recargas en el mes de mayo, por lo cual el invierno con lluvias por debajo de los valores normales, no ha sido grave. Es decir, la anomalía negativa de CB, no es ni cercana a la gravedad del impacto que produjo la anomalía positiva del sur, con lo cual para finalizar este análisis hay que concentrar la atención en esta región, sobre todo de cara a la producción triguera. En el sur de BA se ubica casi el 60 por ciento del área con potencial triguero de Argentina. Hay que reconocer que la anomalía de lluvias es muy vasta en la región sin embargo no en todos los casos negativa. El sur de LP y el sudoeste de BA, por ejemplo, están ante un escenario inusualmente favorable, con lo cual esas sementeras pueden presentar buenos resultados, incluso con rendimiento superiores a los normales. Hacia el sudeste el problema es el área que no se pudo sembrar o la que se implantó tardíamente por el arrastre constante de excesos hídricos, y que luego fue afectado por las inundaciones. Es decir, aún no se puede hablar de perdida de rindes en el sur, si se puede decir, que hubo área que no se pudo implantar u otra que se perdió por inundación. Algunas estimaciones ubican en una cifra cercana al 20 por ciento la perdida de área potencial del sudeste de BA, por alguna de estas dos causas. Sobre este panorama llegaron las primeras lluvias de septiembre, las cuales alcanzaron valores exagerados sobre la cuenca del Salado e inundaron gran parte de la zona de invernada. Contrastando con esta situación y aún también siendo abundantes, las precipitaciones han sido favorables en ER, ajustándose a valores normales en SF y con una benéfica aparición en CB, donde igualmente la demanda hídrica va en aumento. En resumen, la situación que se impone es temporariamente compleja en el sudeste de BA, (grave en la zona ganadera del este), pero si el patrón pluvial logra normalizarse, con buen manejo agronómico podemos transitar un trimestre que permitiría proyectar un escenario favorable para el cierre de la fina y el comienzo de la gruesa, incluso para las siembras de segunda. La franja central transita este altura del año con un panorama hídrico más balanceado, con reservas muy sobradas en el este de ER, optimas sobre la zona triguera del sudoeste de esta provincia y el centro sur de SF y matizándose hacia abajo en los trigales cordobeses. Lo ideal sería que las lluvias muestren en la última parte de septiembre un corrimiento hacia el oeste, tomando más que nada la provincia de CB. Esto no está fuera de un escenario probable, aunque por lo pronto las precipitaciones más abundantes seguirían preferenciando el este.