Commodities

Desánimo puro con el trigo, aunque el mercado levanta

Guillermo Rossi

La cosecha de trigo en el hemisferio norte -más del 90% del total mundial- transita por sus etapas iniciales y en condiciones normales el mercado internacional le podría dar enormes oportunidades al trigo argentino. Analistas privados y agencias públicas de estimación y análisis están ajustando a la baja sus proyecciones iniciales de oferta, apoyándose en las condiciones climáticas adversas de las últimas semanas. Este ha sido el caso de las planicies de Ucrania, Francia y Estados Unidos, aunque también se miran con precaución las perspectivas para Australia y el cono sur. Frente al contexto de incertidumbre, los futuros de trigo blando en Chicago acumulan una suba del 15% en lo que va de junio, con volatilidad en aumento.

Cierto es que el balance de oferta y demanda global para el período 2015/16 es igualmente holgado y que las pérdidas de rendimiento se compensarán en cierta medida con mejoras en los parámetros de calidad, al menos en Europa. El viejo continente contará en los próximos meses con abundante disponibilidad de oferta exportable y verá fortalecida su competitividad en los mercados africanos y asiáticos tanto por sus ventajas de flete como por la relativa desvalorización de su moneda frente al dólar. Seguramente la Unión Europea exportará unas tres millones de toneladas por mes -y Rusia otro tanto- desde agosto hasta finales de año, generando un sentimiento de abundancia que estabilizará las cotizaciones.

Frente a un contexto mundial que impone desafíos, en nuestro país la vinculación de los mercados con las referencias externas sigue siendo escasa y la inserción comercial se limita al cumplimiento del cupo de ventas externas autorizado mediante colocaciones en Brasil y otros destinos menores. Las exportaciones acumuladas desde diciembre totalizan alrededor de tres millones de toneladas y el consumo de los molinos una cantidad similar, quedando un enorme remanente para el mercado interno que no ha parado de desvalorizarse en los últimos meses. La tonelada de trigo en condiciones Cámara vale alrededor de $ 930 en la zona de Rosario, es decir, arrastra una caída del 50% en el último año.

La ampliación de la cuota exportable anunciada a finales de la semana pasada permite elevar las proyecciones de ventas externas del grano a 4,2 millones de toneladas en el período diciembre-noviembre, a las que deben sumarse unas 500.000 toneladas de harina que deberán encontrar comprador. De cumplirse estas previsiones, el próximo ciclo de comercialización comenzará con cuatro millones de toneladas sobrantes de este año, acercándose al nefasto récord de stock final observado en la campaña 2010/11, que en los datos oficiales se ubicó en 5,1 millones de toneladas.

Lo dramático es que el costo de producción de esas cuatro millones de toneladas que sobrarán este año ha rondado los $ 4.000 millones, resaltando dos problemas graves por igual. El primero es la imposibilidad de lograr el objetivo básico de toda producción comercial, que es su posterior venta. El segundo es que una hipotética venta a los precios actuales equivaldría a resignar rentabilidad, ya que los números anteriores -inversión de $ 4.000 millones en cuatro millones de toneladas- arrojan un costo promedio de producción por tonelada de $ 1.000 y el mercado se encuentra por debajo de eso.

La situación descripta -imposibilidad de colocar los stocks y situación de quebranto- hizo retroceder al cultivo de los planes de siembra, estimándose una reducción de superficie a nivel nacional cercana al 20% respecto del año pasado. Más aún, una parte de la superficie a cubrir con el cereal solo buscará el objetivo de proteger el suelo y evitar una proliferación de malezas, resignando casi toda orientación al mercado. En algunos zonas se pretende también absorber parte de las cuantiosas reservas de agua que se alojan en profundidad, especialmente donde la disponibilidad es tan grande que alcanza de sobra para todo el desarrollo del cultivo.

El avance de las sembradoras es lento debido a la baja humedad ambiental de las últimas semanas. Entre la zona sur de Santa Fe y norte de Buenos Aires resta implantar un 30% del área original de intención, con posibilidades de que parte de esa superficie no se cubra y tenga destino de soja de primera, con márgenes menos desfavorables que los de soja de segunda precedida de trigo de ciclos cortos. En tanto, en el extremo sur de Buenos Aires los trabajos están dando sus primeros pasos con marcado desánimo de los productores. En general, es la imposibilidad de escoger otras alternativas lo que sostiene al cultivo.

Frente a la situación planteada, se advierte cierta recuperación en el cultivo de cebada, aunque el Ministerio de Agricultura estima un incremento en la superficie más bien marginal. Este cereal ha sufrido una baja de precio de menor magnitud que la del trigo y no está expuesto al sistema de habilitación de cupos de exportación, lo que le da fluidez comercial en las zonas de influencia de los compradores. La debilidad de la cebada es el tamaño del mercado cervecero, ya que las malterías compran un volumen limitado y el grueso del mercado exportador argentino es bajo el estándar forrajero, que en la actualidad implica un castigo de precio superior al 30%. Este año una parte significativa de la producción se llevará adelante sin convenios con los compradores, lo que deja abierto el resultado económico de la campaña.

Volviendo al trigo, las chances de observar un cambio de escenario en el futuro cercano son bajas. Sin embargo, el mercado de futuros de a poco comenzó a reaccionar y los contratos con entrega en enero de 2016 en el MATBA acumularon una suba de u$s 11,3/ton a lo largo de la semana. Igualmente, no son valores que generen ánimo entre los productores. De hecho, según la información que puede obtenerse a través de SIO-granos, las operaciones de compraventa y canje realizadas con el cereal para entrega a partir de noviembre totalizan menos de 300.000 toneladas, de las cuales no todo es necesariamente trigo nuevo.