Economía

El balance externo argentino y el aporte del agro

Emilce Terré

Con la información del Balance de Pagos argentino actualizado al mes de septiembre, puede observarse que continúa la tendencia al deterioro del saldo comercial nacional, lo cual se traduce en un drenaje de divisas para nuestro país.

Como es sabido, bajo un régimen de tipos de cambio fijos el Banco Central se compromete a absorber todo exceso de demanda u oferta de divisas al cambio prefijado, exponiéndose a una pérdida de reservas internacionales de la autoridad monetaria toda vez que el conjunto de agentes económicos del país demande más moneda extranjera de la que genera, o acumularlas en caso contrario. Cuando el país adopta un sistema de tipos de cambio variable, se permite que éste fluctúe libremente de modo tal que si se demandan más divisas de las que se generan su precio aumente, o bien la moneda local se revalorice cuando se requieren menos divisas de las que el país obtiene.

En el caso argentino, el régimen cambiario adoptado desde la salida del Plan de Convertibilidad funciona en la práctica como una flotación administrada. Ello es, de algún modo, un híbrido entre ambos sistemas expuestos ya que si bien el Banco Central no se compromete a mantener ningún valor explícito para el tipo de cambio, intenta suavizar su trayectoria interviniendo en el mercado de divisas de tal modo de suplir los faltantes de moneda extranjera para evitar una tasa de depreciación que se considera demasiado alta.

Más allá de los intentos por morigerar la demanda de dólares mediante distintos mecanismos, se observa que el ritmo de crecimiento del valor exportado por nuestro país ha sido menor al avance de las importaciones. Considerando que la mayor parte de las compras que Argentina realiza al exterior se trata de insumos para la industria nacional, la falta de divisas se constituye en un limitante clave para el crecimiento económico.

Analizando las últimas cifras que dio a conocer el INDEC, durante el noveno mes del año las exportaciones totales sumaron 6.995 millones de dólares, mientras que se realizaron importaciones por un total de 6.146 millones. De este modo, el valor de las ventas al exterior aumentó un 3% respecto al mismo mes del año anterior mientras que las compras lo hicieron al 4%. Como resultado, el saldo comercial pasó de 888 millones de dólares en septiembre de 2012 a 849 millones en septiembre de 2013, con un deterioro del 4,4%.

Los principales sectores que traccionan la exportación en nuestro país son los productos primarios y las manufacturas de origen agropecuario (MOA), que conjuntamente representaron en septiembre el 61% de las exportaciones, y mostraron un crecimiento anual del 17%. De este modo, uno de los principales aportes que hace el complejo agroindustrial a la economía del país es la generación de divisas que permite al resto de los sectores adquirir bienes o servicios en el exterior.

Del resto de las subcuentas de exportaciones, las ventas al exterior de manufacturas de origen industrial (MOI), que representan el 33% de las mismas, bajaron un 2,5% anual; mientras que las de combustibles y energía cayeron un 30%, aunque actualmente sólo representan el 6% del total de divisas que entran por vía comercial al país.

En lo que respecta a las importaciones, como se ha mencionado ut supra, la mayor parte de las compras al exterior se trata de insumos para la industria nacional. Entre las cuentas de bienes de capital, bienes intermedios y piezas y accesorios se suma prácticamente el 70% del total de los productos importados, y en conjunto se ha comprado casi un 5% más que al mismo mes del año anterior. La sumatoria de bienes de consumo, vehículos y resto representa otro 20%, y conjuntamente han aumentado más de un 50% en el mes de septiembre en relación al año anterior. En particular, la subcuenta de vehículos creció a una tasa del 47,4%. Finalmente, el 10% restante del total de importaciones lo constituyen los combustibles y lubricantes cuyas compras al exterior bajaron un 8,9% en el noveno mes del año respecto al mismo período del 2012.

Aporte de granos y productos relacionados a las cuentas externas

Hay 7 rubros dentro de las exportaciones, relacionadas al complejo granario y sus productos relacionados, que conjuntamente han explicado casi la mitad del total de las ventas al exterior en el acumulado de los primeros nueve meses del año.

Las mencionadas partidas son, entre los Productos Primarios, Cereales (con exportaciones por 8.440 millones de dólares en los primeros nueve meses del 2013), Semillas y frutos oleaginosos (u$s 4.464 millones) y Hortalizas y legumbres (u$s 438 millones). Del lado de las MOA, Residuos y desperdicios de la industria alimentaria (que incluye pellets y suma u$s 10.187 millones), Grasas y aceites (u$s 4.504 millones), Preparados de hortalizas, legumbres y frutas (u$s 1.011 millones) y Productos de molinería y sus exportaciones (u$s 718 millones). En total, suman 29.762 millones de dólares, que representan el 47% de los u$s 63.479 millones que exportó Argentina entre enero y septiembre de 2013.

Claramente, el único país del mundo que puede imprimir dólares es Estados Unidos. Para el resto de los países, las únicas maneras de obtener esta divisa son o bien exportando, o bien mediante transferencias netas de extranjeros, siendo la primera la principal fuente de moneda extranjera para nuestro país en la coyuntura actual.

Por otro lado, el superávit del balance externo ha sido un elemento fundamental del modelo económico implementado en Argentina desde la salida de la crisis del 2001. La entrada neta de dólares, facilitado por el saldo comercial netamente positivo con el resto del mundo, permitía al Banco Central implementar una política monetaria expansiva con un menor costo inflacionario del que se hubiese sufrido en otro contexto. El debilitamiento del saldo comercial se traduce directamente en una presión sobre el tipo de cambio. Lógicamente, los precios de los bienes que se vuelven más escasos (en este caso, el dólar) tienden a aumentar, y uno de los riesgos que más preocupa de una devaluación acelerada es el costo inflacionario. En este contexto, el deterioro del Balance Comercial es un factor de alarma que requiere ser tenido en cuenta para no embargar la sostenibilidad del crecimiento económico.