Economía

Errores en materia

Rogelio Pontón

Un error frecuente en materia económica, y esto por influencia teórica del keynesianismo, es el desprecio al ahorro. Se sigue enseñando en los libros de texto que el ahorro es el 'talón de Aquiles' del sistema capitalista, y lo que quizás puede ser valido en algún momento determinado, se convierte en "Teoría General".

Otro de los errores más comunes es separar lo que algunos llaman 'realidad económica' de lo que es el mundo monetario, como si fuesen compartimientos estancos. El mundo de la realidad económica comprendería todo lo referente a la producción, el empleo y muchos otros aspectos, y este mundo estaría desligado de lo monetario. Este error lo comete no solo el hombre de la calle sino también empresarios, industriales, políticos, periodistas y aún economistas.  

Apoyándonos en la contabilidad nacional tratemos de refutar ambos errores. Comencemos con el primero: el desprecio al ahorro.

La ecuación macroeconómica fundamental es la siguiente:

Oferta Global = Demanda Global

La Oferta Global está compuesta del Producto Bruto Interno + Importaciones y la Demanda Global está compuesta del Consumo + Inversión + Gasto Público + Exportaciones.

A su vez, el Producto Bruto Interno está compuesto por el Consumo + Ahorro + Impuestos.

Resumiendo, tenemos:

Consumo + Ahorro + Impuestos + Importaciones = Consumo + Inversión + Gasto Público + Exportaciones.

Eliminando el Consumo de ambos lados de la ecuación y agrupando, tenemos:

Importaciones - Exportaciones = (Gasto Público - Impuestos) + (Inversión - Ahorro) (*)

La ecuación anterior nos muestra que el saldo de la Cuenta Corriente del Balance de Pagos (Importaciones y Exportaciones de bienes y servicios) está determinado por el saldo de las cuentas del Estado más la diferencia entre Inversión y Ahorro del sector privado. Un déficit de la Cuenta Corriente nos refleja un desahorro del país, déficit que se compone del desahorro del sector público y/o del sector privado.

Estados Unidos, el país económicamente más poderoso de la tierra, desde hace muchos años desahorra y cubre sus necesidades con el ahorro de otros países del mundo (Alemania, China, etc.). La economía estadounidense puede seguir funcionando porque otras naciones del mundo ahorran.

El Ahorro de Estados Unidos se compone del ahorro de las familias, del ahorro del Estado (recordemos que desde el 2001 no existió ahorro fiscal sino desahorro y que en el último año dicho déficit llega a 4,5% del Producto Interno Bruto, es decir alrededor de 720.000 millones de dólares) y del ahorro de las empresas (a través de las amortizaciones y utilidades no distribuidas). El déficit de la cuenta corriente del país del Norte es de alrededor de 426.000 millones de dólares. Esta cifra nos muestra que el ahorro del sector privado es de 294.000 millones superior a la inversión de ese sector.

Volviendo a la fórmula presentada en (*):

426.000 millones = 720.000 millones - 294.000 millones

Como se puede deducir de lo anterior, el ahorro es fundamental para la vida económica de las naciones desde el punto de vista del equilibrio. Pero también lo es desde el punto de vista del crecimiento. Con respecto a este punto veamos el siguiente ejemplo:

Existe en el sudeste asiático un pequeño país que tiene sólo 36.000 km2, nos referimos a Taiwán. Este país, totalmente escaso de recursos salvo su pujante población, es el más densamente poblado del mundo, con una población de 23,34 millones de habitantes en el 2013. Es decir que la densidad es de alrededor de 648 personas por km2.

Sin embargo, desde niveles de mucha pobreza y después de un crecimiento durante varias décadas a una tasa del 8%, hoy tiene un producto per cápita cercano a 20.000 dólares (según tipos de cambio de mercado) y 39.000 dólares (según la PPA), con exportaciones durante el año 2011 por 291.000 millones de dólares e importaciones por 280.000 millones, una tasa de desempleo de 4,2%, un coeficiente de Gini de 34,2%, una mortalidad infantil de las más bajas del mundo y expectativas de vida que superan los 80 años.

Algo más de una década atrás, una revista especializada le consultaba a su máximo dirigente, un Doctor en Economía por la Universidad de Oxford, por las razones de tanto éxito de su país (Taiwán), y éste contestó: "tasa de interés real positiva y fuerte ahorro de su población".

La anterior es una contestación clara a las razones que permitieron el crecimiento del pequeño país. El ahorro, lejos de ser negativo para el crecimiento de las naciones, permite dicho crecimiento.

Contestemos el segundo error: el considerar la economía real y la moneda como dos compartimientos estancos. Aunque las distintas partidas de la contabilidad nacional están expresadas en la unidad monetaria no hemos visto todavía como la cantidad de moneda se conecta con las mencionadas expresiones contables. Para ello recurriremos a la fórmula del economista francés Jacques Rueff:

Demanda Global - Oferta Global = diferencia (Oferta Monetaria - Demanda Monetaria)

Si la Demanda Global supera a la Oferta Global, la Oferta Monetaria superará inexorablemente a la Demanda Monetaria. Si ello ocurre estamos en un proceso inflacionario, es decir de aumento de precios. Si la Demanda Global es menor a la Oferta Global, la Oferta Monetaria será menor a la Demanda Monetaria y estamos en un proceso deflacionario, con caída de precios.

¿Cómo se controla la economía? Podría ser a través de la política fiscal, aumentando o disminuyendo los impuestos si hay inflación o deflación, o disminuyendo o aumentando los gastos si hay inflación o deflación, todas partidas que se encuentran en la primera parte de la ecuación. Pero el control que se ejerce mediante la política fiscal es muy lento, es por ello que es más efectivo recurrir al control de las cuentas monetarias expresadas en la segunda parte de la ecuación.

Desde el punto de vista monetario caben dos políticas. Según la escuela monetarista de Chicago (Milton Friedman y otros) hay que controlar la Oferta Monetaria. Esta tiene que crecer a un ritmo parecido al crecimiento del Producto Bruto Interno. Otra forma de controlar la Oferta Monetaria es hacerlo a través de la Demanda Monetaria. En este caso a través de una moneda que sea deseada por la gente porque es un bien que todos aprecian. Esta es la posición de Rueff y de su defensa del oro.

Para Rueff, los autores keynesianos (y podríamos agregar nosotros, los monetaristas) tienen una concepción 'nominalista' de la moneda. Para ellos, 'demandar moneda es como demandar nada', y según el economista francés están equivocados dado que 'demandar moneda es demandar los factores productivos que la generan'.