Commodities

La oferta de trigo abruma al mercado interno

Guillermo Rossi

Tras subir fuertemente sobre finales de noviembre y en la primera jornada de esta semana, los precios externos del trigo comenzaron a desinflarse lentamente a medida que los operadores del mercado redujeron la prima de riesgo incorporada a las cotizaciones por un eventual corte abrupto en las exportaciones de Rusia, el participante más activo en el comercio mundial del último trimestre. Tras alcanzar un máximo en cinco meses de casi u$s 224,8/ton en la rueda del martes, los contratos de trigo blando de Chicago con entrega en marzo cerraron el viernes a u$s 218,3/ton, presionados principalmente por la acción vendedora de los fondos especulativos. Un comportamiento similar siguieron los mercados europeos.

A los menores temores de oferta pensando en la campaña 2015/16, se suma una demanda hacia los inventarios norteamericanos menos activa de lo esperado. Al margen de la presencia de proveedores alternativos, esto obedece también al fortalecimiento del dólar frente a otras monedas, que encarece el remanente exportable de trigo duro de invierno en perspectiva de los compradores. Las cifras semanales de ventas externas se han ubicado mayormente por debajo de lo esperado durante el primer semestre del ciclo comercial que comienza en junio, acumulando una caída del 30% frente a las ventas totales hasta la misma altura del año pasado. Entre junio y noviembre Estados Unidos embarcó 12 millones de toneladas de trigo de todas las variedades, 5,3 millones de toneladas menos que durante la primera mitad de la campaña 2013/14.

Otros dos factores que limitan la trayectoria alcista de este mercado son los abundantes stocks de maíz, que desalientan el consumo de trigo forrajero en el interior norteamericano, y las buenas perspectivas productivas para los cultivos de invierno en Estados Unidos. Según datos del USDA, los cultivos ingresaron en su período de reposo invernal manteniendo condiciones buenas o excelentes en el 58% de la superficie implantada, aunque la humedad es escasa en algunas zonas hacia el sur de las planicies. El área destinada a trigos de invierno ha caído ligeramente respecto del año pasado, perdiendo unas 200.000 hectáreas debido al retraso en la siembra y la menor rentabilidad del cultivo.

Mirando al hemisferio sur, la colecta ingresa en su fase final con perspectivas productivas menores que las iniciales en Brasil y Australia, al tiempo que subsisten los interrogantes en materia de calidad en Argentina y Uruguay. El martes la agencia ABARES redujo su previsión de cosecha en el país oceánico en un millón de toneladas, argumentando que el clima seco en el este limitó el potencial de rendimientos, siendo Queensland, New South Wales y Victoria los estados más afectados. Se espera ahora una producción de 23,22 millones de toneladas, de las cuales alrededor de 17 millones de toneladas podrían destinarse a la exportación. Mientras tanto, la trilla en Brasil está cerca de finalizar, avizorándose una producción ligeramente superior a 6 millones de toneladas, con requerimientos de importación por al menos 6,5 millones de toneladas.

Si bien los países de la región están en condiciones de proveer el trigo que necesitan los molinos brasileños aprovechando el diferencial favorable de precios frente a la mercadería norteamericana, compradores de aquel país ya han recurrido al cereal extra-Mercosur en los primeros tramos de la campaña y podrían hacerlo nuevamente en el futuro si no se agilizan en Argentina las restricciones para exportar. La oferta exportable de Paraguay y Uruguay totaliza alrededor de 1,5 millones de toneladas, siendo fundamental el aporte de nuestro país para cerrar la hoja de balance regional. Hasta el momento las autoridades nacionales admitieron la venta al exterior por 1,2 millones de toneladas del grano de la nueva campaña, para lo cual ya se otorgaron ROE Verde por 961.742 toneladas. Otras 300.000 toneladas fueron autorizadas para su exportación como harina.

Independientemente de la distribución regional de la producción y de los parámetros finales de calidad que se releven al finalizar la colecta, a todas luces es razonable suponer que nuestro país tiene capacidad exportable por un volumen muy superior al autorizado hasta el momento. De hecho, si se cumplen las previsiones de molienda y exportación para el primer bimestre de la campaña, a finales de enero quedará stock físico de trigo en Argentina por unas 12 millones de toneladas, volumen que permite cubrir más de dos años de consumo de la población. De ese total, menos del 20% se encontrará en manos de la exportación y la amplia mayoría quedará en etapa primaria al aguardo de mejores condiciones comerciales.

Semejante oferta disponible para el mercado interno ha derrumbado los precios hasta valores cercanos a $ 950/ton en la zona de Rosario, cifra que se encuentra más de u$s 70/ton por debajo del precio paridad de exportación que surge de deducir al valor FOB las retenciones y los costos en el puerto. Multiplicar ese diferencial por el volumen en juego remanente implica estimar pérdidas para los productores por más de u$s 500 millones. Esta cuenta seguramente desalentará la siembra del próximo año a menos que se corrija a la brevedad la distorsión que afecta al mercado, algo que no se avizora para el corto plazo.

Por estos días el mercado local se encuentra dominado por la demanda de la industria molinera, observándose una limitada participación de la exportación. En el recinto de la Bolsa sólo se escucharon ofrecimientos abiertos sobre Gral. Lagos, pagándose u$s 130/ton la entrega en enero o febrero de trigo con 10,5% de proteína y peso hectolítrico 78 kg/hl. En el mercado a término continúa premiándose fuertemente la entrega diferida hasta las posiciones centrales de la campaña, algo que podría insinuar la expectativa de una recuperación de la demanda para los meses entrantes. El Mercado a Término de Buenos Aires mantiene un diferencial de casi u$s 17/ton entre los contratos con vencimiento en enero y julio sobre Dársena.