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Situación de los campos: ¿Nuevo condicionante para sostener el nivel de stock?

ROSGAN
Hace casi 12 meses que comenzaba a mostrarse la tremenda demanda de carne de China. En agosto del 2018 se conocieron los primeros brotes de la fiebre porcina que poco tardó en generar una enorme disrupción en el mercado global de carnes y proteínas.

 

Mirando hacia atrás, han transcurrido ya casi 12 meses desde que empezábamos a abrumarnos por la tremenda demanda de carne que comenzaba a mostrar China. Allá por agosto del año pasado, se conocieron los primeros brotes de esta fiebre porcina que poco tardó en generar una enorme disrupción en el mercado global de carnes y proteínas en general.

Aun poco preparada para abastecer semejantes volúmenes, Argentina pudo aprovechar esta oportunidad exportadora única por disponer exactamente de lo que China venía a buscar, ni novillos pesados ni carne de alta calidad, simplemente vacas. Fue entonces que comenzamos a ver niveles crecientes en la faena de hembras que nos llevó a atravesar el umbral de lo que -en la teoría- indicaría el comienzo de una fase de liquidación. Así fue que en mayo de 2019 tocamos un pico de 52,4% de hembras en la faena total, nivel no registrando desde la gran liquidación del ciclo 2009/2010.

Por ese entonces, recién se conocían los datos del último stock ganadero, en base a la vacunación cerrada en marzo de 2019. Si bien el stock total prácticamente no había sufrido variaciones respecto del ciclo previo manteniendo los 53,9 millones de animales, entre vacas y vaquillonas habíamos perdido cerca de 260.000 vientres.

Esto sin dudas comenzó a preocupar, en vistas además a la tenacidad que seguía mostrando China en sus compras, con proyecciones que acrecentaban cada vez más la crisis asiática y, en consecuencia, el faltante que debía cubrir desde el exterior.

Sin embargo, rápidamente se abrieron distintos análisis respecto de la situación del stock ganadero y el efecto que generaría semejante nivel de extracción de hembras. Uno de los indicadores que se observó fue la mejora en la tasa de destete lograda en los últimos dos ciclos. Si bien este no deja de ser un indicador imperfecto, al medir la cantidad de terneros y terneras contados en la última vacunación (14,8 millones) sobre el total de vacas en stock (23,6 millones) nos aproximábamos a una tasa del 63% desde el 60,5% registrado en marzo de 2017.

Esto llevó a concluir que, mejorando estas tasas de destete tal como lo viene haciendo Uruguay, por ejemplo, Argentina podría hallar un nuevo nivel de extracción de equilibrio que no comprometiese la futura producción de terneros.

Pasados ya seis meses del nuevo ciclo ganadero, estamos en condiciones de revisar las proyecciones que realizábamos por aquel entonces. Allá por el mes de junio, habiendo conocido la escalada registrada en la faena de hembras, proyectábamos un crecimiento anual en la extracción de vacas del 12,5% equivalente a casi 3 millones de vacas que se faenarían durante el ciclo 2019/20. Asumiendo determinado número de vaquillonas disponibles para reposición, el cálculo nos llevaba a una posible caída del stock de vacas en marzo de 2020 cercana a los 450.000 vientres. Lo cierto es que sobre un stock de vacas de 23,6 millones, esto representaba una pérdida de menos del 2%. Con tan solo mejorar 1 punto la tasa de destete, esta caída podría compensarse, sin perder futura producción de terneros.

Ahora bien, de abril a septiembre, la faena de ganado vacuno creció un 5% en relación a igual período del año anterior. La faena de vacas creció un 9% mientras que las vaquillonas aumentaron más de un 20% durante el mismo período, esto último probablemente explicado por un aumento de las recrías en detrimento de la faena de terneras.

Claramente la proyección que esbozábamos a inicios de junio, conociendo la performance de faena de sólo dos meses del nuevo ciclo, resultó excesiva. Muy probablemente, la faena de vacas termine mostrando una tasa de crecimiento anual levemente inferior a la registrada durante estos primeros seis meses. Si eso ocurriese y potencialmente terminásemos con una faena anual de vacas en torno a los 2,8 millones de cabezas, probablemente el faltante de vacas a marzo 2020 se reduzca a unos 300.000 vientres.

Sin embargo, el problema lejos de resolverse, podría verse trasladado al siguiente ciclo. Asumiendo que la mayor faena de vaquillonas es consecuencia directa de una intensificación de las recrías, este cambio en el esquema de producción no debería afectar el stock de vientres disponibles dado que las mismas hembras que hoy entran a faena como vaquillonas, anteriormente lo hacían en su estadio de terneras.

No obstante, un nuevo condicionante comienza a tomar fuerza de cara a la nueva temporada de servicios y es ni más ni menos que el factor climático. La condición en la que se encuentra la mayoría de los campos de la pampa húmeda desde la salida del invierno es alarmante. Gran parte de la provincia de Buenos Aires, La Pampa, San Luis, Córdoba así como el extremo sur de Santa Fe, se encuentran atravesando una severa sequía que sin dudas repercute negativamente en el estado corporal de la vacas que deberían en esos momentos estar siendo servidas o inseminadas y que en muchos casos han bajado el nivel de ciclado. Tan sólo Buenos Aires y La Pampa, concentran el 42% del stock de vacas mientras que sumando el resto de las provincias mencionadas reunimos el 60% del stock nacional.

Si bien, durante el fin de semana se ha registrado una importante cobertura de lluvias, en muchas zonas las mismas no resultan suficientes para recuperar la disponibilidad de forraje, y aún logren recuperarse esto demandará más tiempo para recomponer el estado de las vacas a preñar.

En concreto, servicios deficientes durante la primavera 2019 terminarán impactando en menores tasas de destete 2021. En definitiva, si al servicio que acaba de empezar -que ya cuenta al menos con 1% a 1,5% menos de vacas- le sumamos 1 a 2 puntos menos de tasa de preñez, baja en la cantidad de terneros a destetar durante el próximo ciclo puede ser significativa. Por tanto, será fundamental seguir monitoreando el estado de los campos y la condición de los vientres en los próximos meses así como las tasas de faena, dado que ambos indicadores serán determinantes de la futura producción ganadera.