Economía

Balance semanal del Banco Central


Es frecuente que se diferencie la economía real (representada por la producción de bienes: acero, petróleo, electricidad, soja, etc.) y la economía monetaria como si fuesen dos compartimientos totalmente separados. A decir verdad, toda la economía es real, la de la producción y la monetaria o financiera.

La moneda juega un papel esencial ya que es el medio de cambio que permite las transacciones comerciales entre las personas, y si su funcionamiento no es el correcto, todo el sistema productivo se ve afectado. Es como si en la sangre humana hay un virus que afecta a todo el organismo.

Es por ello que la estabilidad monetaria, es decir un sistema monetario sano, es esencial para el buen funcionamiento de toda la economía.

Veíamos en un Semanario anterior que en los tres últimos años se había producido, según el balance cambiario publicado por el Banco Central, una fuga de divisas por casi 50.000 millones de dólares, cifra equivalente a los saldos superavitarios de la balanza comercial en esos tres años. Es decir, que el sacrificio que significó las mayores exportaciones sobre las importaciones durante el mencionado período, se perdió dado que se retiraron de la economía de nuestro país.

El error de no advertir esto nace de la creencia de que las exportaciones son buenas y las importaciones malas. En realidad, ni las exportaciones son buenas ni las importaciones malas. Se exporta para importar, y si se tiene un superávit de balanza comercial, es importante que esas divisas que han ingresado permanezcan en nuestra economía.

La errónea doctrina tiene larga data en la historia y proviene del llamada pensamiento mercantilista. Sus cultores suponían que era fundamental que los países tuvieran superávit de balanza comercial ya que ello era un estímulo a la demanda global, pero como mostró brillantemente David Hume hacia mediados del siglo XVIII, un ingreso exagerado de metal producía inflación y llevaba, posteriormente, a un reflujo hacia afuera de ese metal.

Pero volviendo al origen de este artículo, es fundamental comprender la importancia que tiene el mundo monetario. En una publicación dedicada al mercado de granos, algunos podrían creer que comentar la situación monetaria del país no tiene ninguna importancia, más aún, que es una pérdida de tiempo. Pero si meditamos unos segundos vamos a ver como el sacrificio, para un país, que significa la producción granaría con una inversión anual cercana a los 14.000 millones de dólares (la mayor que se realiza anualmente por cualquier sector en la Argentina), no se puede dejar que se evapore como lamentablemente ocurre.

Mencionábamos recién que según Hume, las divisas que ingresaban, posteriormente se iban tirando por la borda todo el sacrificio, y ello se producía porque se generaba inflación. Aquí es donde está la razón, cuya eliminación, podría permitir que esas divisas, generadas por el comercio, permanezcan domésticamente.

Cuando hay inflación, es decir cuando la moneda doméstica se deprecia con respecto a alguna otra moneda extranjera, es lógico suponer que el público y las empresas tratarán de salvar sus patrimonios produciendo la llamada fuga de capitales. Para evitar esto, hagamos que nuestra moneda sea estable y que la gente no se sienta tentada a buscar otras monedas y salirse de la economía doméstica. Para ello el importante que a todos los niveles (y especialmente en las escuelas) se analicen las cuentas del balance de la principal institución monetaria del país, que es el Banco Central.

Hace 110 años, es decir a comienzos del siglo XX, un político argentino que luego fuera Presidente de la Nación, nos referimos al salteño Victorino de la Plaza, daba conferencias al público sobre los temas monetarios, explicando en aquél entonces las cuentas de la Caja de Conversión. Volvamos a esa seria experiencia.

Según el Balance del BCRA al 23 de junio del corriente año, las reservas internacionales ascendían a 194.905 millones de pesos. Dentro de esas reservas, estaban los depósitos en moneda extranjera de los bancos en el BCRA, cuyo monto ascendía a 42.138 millones de pesos. Es decir que en forma neta, las reservas internacionales ascendían a 152.767 millones de pesos. A un tipo de cambio de $ 3,9295 = u$s 1, esas reservas netas ascendían a 38.877 millones de dólares.

Contra la entrada de reservas internacionales se emite circulante (lo lógico sería comprar las divisas con superávit fiscal) y es por ello que se incrementa la base monetaria, que es un pasivo, que llega a 128.676 millones de pesos (la base está constituida por la circulación monetaria por 97.837 millones y las cuentas corrientes de los bancos en el BCRA por 30.838 millones).

Para evitar que la mencionada emisión monetaria provoque inflación, el BCRA retira circulante emitiendo títulos (Lebac y Nobac) que ascienden a 73.102 millones de pesos.

Si sumamos la base monetaria por 128.676 millones + los títulos emitidos por el BCRA por 73.102 millones, tenemos un total de pasivos monetarios por 201.778 millones de pesos, que al tipo de cambio mencionado anteriormente de $ 3,9295 = u$s 1, nos determina 51.350 millones de dólares.

La diferencia entre el pasivo monetario en dólares por 51.350 millones y las reservas netas por 38.877 millones es al 23 de junio de 12.473 millones de dólares, cifra superior a la del balance del 15 de junio en 130 millones de dólares.