Commodities

El pesimismo sigue golpeando al trigo

Guillermo Rossi

Los precios del mercado internacional del cereal continúan mostrando alta variabilidad a medida que se desarrolla el tramo final del ciclo de los cultivos en el hemisferio norte, bajo condiciones climáticas cambiantes y expectativas dispares de los operadores. La oferta global es amplia y el empalme con la nueva cosecha se presenta con altos stocks en los países exportadores, aunque la principal variable en juego son los parámetros de calidad.

La colecta del cereal en Estados Unidos ya comenzó y se prevé un incremento del volumen obtenido respecto del año pasado. En la semana el USDA ajustó su estimación de cosecha de invierno hasta 41 millones de toneladas incluyendo variedades de trigo duro y blando, destacándose un incremento del 20% en la producción del cereal rojo duro de invierno (HRW), que típicamente ocupa la proporción mayoritaria de los embarques norteamericanos. Esto aumentará el tamaño del saldo exportable para el año 2015/16, aunque hay gran incertidumbre acerca de cómo se colocará ese remanente en un contexto de elevada competencia en el mercado internacional y acentuado fortalecimiento del dólar frente a las monedas de los países importadores.

Una muestra de ello es la pérdida de preponderancia que ha sufrido Estados Unidos en el comercio del cereal. En la campaña 2014/15 las exportaciones de la Unión Europea superaron con creces al volumen embarcado desde puertos norteamericanos. Las licencias acumuladas de venta al exterior en el viejo continente acumulan hasta el momento 30,3 millones de toneladas frente a las 23,2 millones de todas las variedades que ha comprometido Estados Unidos. De cara al ciclo 2015/16 se espera que esta situación se mantenga sin grandes cambios. De hecho, el USDA proyecta exportaciones europeas por 32,5 millones de toneladas y norteamericanas por 25,2 millones durante los próximos 12 meses.

Ante la dificultad para competir por precio, las ventajas que puede explotar Estados Unidos son de calidad y financiamiento. Sin embargo, los parámetros de calidad de la cosecha de invierno son inciertos luego de las lluvias persistentes del mes de mayo, cuando los cultivos se encontraban en etapa de espigazón. En tanto, la competitividad por vía del financiamiento puede ser clave para llegar a destinos africanos e incluso Brasil, cuya demanda de importación suele ser bastante inelástica.

En este contexto, Brasil podría seguir recurriendo a la importación desde Estados Unidos en volúmenes importantes, pese a que la ventaja de precio todavía favorece al trigo argentino. Los valores FOB del cereal tipo HRW se encuentran en u$s 240/ton, unos u$s 15/ton por encima del trigo pan de nuestro país. A este diferencial se le agrega cierta ventaja en los costos de flete y la vigencia del arancel externo común, que a los actuales precios grava con más de u$s 20/ton la importación de trigo desde afuera del bloque.

Al margen de las restricciones que impone la existencia de los cupos de exportación, la principal limitante del trigo argentino este año es de calidad. En la última campaña diversas regiones del país no lograron niveles deseables de proteína, resultando en un bajo estándar para el trigo que sobra luego de abastecer a la industria molinera. En parte por esto las oportunidades que surgieron en el mercado exportador hasta el momento han sido más bien limitadas. De hecho, ni siquiera se había completado el primer tramo del cupo autorizado para ventas externas de 3,2 millones de toneladas del grano cuando llegó el anuncio de una nueva cuota de un millón de toneladas en la tarde del viernes. Desde noviembre a la fecha se otorgaron ROE Verde de trigo por 3,1 millones de toneladas, con embarques acumulados hasta el momento por 2,7 millones y una carga programada de casi 240.000 toneladas hasta finales de este mes.

Si bien los exportadores acumulan un volumen de compras muy superior al límite que tienen autorizado para despachar al exterior, buena parte de ese tonelaje pasaría al próximo año en lo que se proyecta como el stock final más holgado de la historia. El escenario base que manejan los operadores es de un sobrante cercano a cinco millones de toneladas hacia el final de la campaña actual, a menos que se encuentre una salida exportadora –quizás en mercados no tradicionales- para los cuantiosos inventarios que tiene el extremo sur de la provincia de Buenos Aires.

Esta situación condiciona los planes de siembra para la nueva campaña, en la que se espera una fuerte reducción de la superficie. Según GEA – Guía Estratégica para el Agro, la caída de área podría llegar al 20% a nivel nacional, con picos del 50% en algunas regiones. Asimismo, muchos productores se inclinarán por sembrar solo para mantener ocupados sus lotes durante el invierno, buscando prevenir una mayor proliferación de malezas resistentes. Si bien las perspectivas climáticas no lucen del todo desfavorables, el principal factor en la consideración de los productores es la baja rentabilidad del cultivo. Los precios a cosecha acumulan un deterioro considerable y hay poca confianza en los mecanismos de devolución de derechos de exportación anunciados en el último tiempo.

La superficie implantada hasta el momento es menor al 15% del total proyectado, frente al 25% observado a la misma altura del año pasado. En distintas zonas del país se aguardan mejores condiciones de humedad para comenzar los trabajos. Si bien las lluvias no han sido significativas en las últimas semanas, tras los abundantes registros del verano las reservas en profundidad quedaron en un nivel suficiente para cubrir los requerimientos hídricos de un buen tramo del ciclo del cultivo.