Commodities

Perspectivas de holgada oferta triguera sudamericana

Guillermo Rossi

La siembra de cereales de invierno ha ingresado en su recta final en esta parte del continente, con perspectivas dispares de resultados a cosecha. Mientras que cultivos como la cebada, colza o algunas legumbres tienden a estabilizarse o retroceder en la consideración de los productores, en el trigo se pudo vislumbrar desde la pre-campaña un mayor entusiasmo en nuestro país y sus vecinos. En general, la expansión del área sembrada obedece al intento de capturar los elevados precios que alcanzó el mercado regional durante los últimos dos años.

Sin embargo, por estos días el optimismo inicial se contrarresta con los precios en baja y todo tipo de complicaciones climáticas. Los mercados externos se debilitaron notablemente en los últimos dos meses, ante las alentadoras perspectivas de producción y exportación en Europa Occidental y los países del Mar Negro, la buena condición de los trigos de primavera en el hemisferio norte y las proyecciones bajistas de demanda para el ciclo de comercialización 2014/15. Por el lado climático, la buena noticia es que agencias meteorológicas de todo el mundo coinciden en reducir la probabilidad de que sea fuerte el fenómeno de El Niño que se formaría este año en el Pacífico Ecuatorial.

Aumentan la superficie triguera

La tendencia preliminar en el invierno austral fue incrementar el área sembrada. Los productores del sur brasileño lo hicieron por segundo año consecutivo, hasta redondear una superficie nacional que la CONAB estima en 2,63 millones de hectáreas, la mayor de la última década y casi 19% más elevada que en el ciclo 2013/14. Cabe señalar que más del 95% del total implantado corresponde a los distritos del extremo sur del país, lindantes con Argentina.

La Secretaría de Agricultura y Abastecimiento del estado de Paraná, el principal productor del cereal en Brasil, indicó en su último reporte semanal al 14 de julio que la siembra llegaba al 98% del área proyectada y la condición era buena en el 87% de los casos. Poco más de la cuarta parte de los cultivos se encuentra ingresando en floración, por lo que la sensibilidad a las lluvias, vientos y caída de granizo es ahora mayor de cara al futuro. En tanto, en Río Grande do Sul, los trabajos muestran cierto retraso frente al año pasado debido a la adversidad del clima en las últimas semanas, estimándose la siembra en el 85% del total. Aquí se destaca la lenta emergencia de los cultivos por la falta de radiación solar, al tiempo que la excesiva humedad del suelo ha contribuido a la aparición de machas en las hojas, requiriendo tratamientos preventivos.

A escala nacional la CONAB proyecta rindes promedio en torno a 28,16 qq/ha, que resultarían en una cosecha récord de 7,4 millones de toneladas. Sin embargo, algunos analistas son cautos al tomar aquella productividad unitaria, pues significaría una mejora del 15% frente al promedio de los últimos cinco años. Partiendo del rinde de tendencia lineal de los últimos diez años, en torno a 26,9 qq/ha, la producción igualmente llegaría a un récord de 6,85 millones de toneladas.

En Paraguay se espera una notable recuperación productiva luego de la magra campaña 2013/14, en la que se produjeron fuertísimas heladas durante los meses de invierno que resultaron en una caída de la producción hasta mínimos de los últimos seis años. La siembra de trigo finalizó en junio con una cobertura 10% superior a la del ciclo precedente, superando las 600.000 hectáreas. Se destaca que las lluvias han sido persistentes antes y durante la fase de emergencia de los cultivos, con acumulados superiores a 900 mm desde marzo sobre el sudeste del país, donde se concentran el grueso de las zonas trigueras.

Frente a este escenario, se intensifican las tareas de protección a campo, lo que encarece los costos de los productores. Las amenazas podrían revertirse si julio finaliza con clima más seco y frío que el de las últimas semanas. Hasta el momento no se han formulado proyecciones concretas de cosecha, aunque se estima que el volumen de producción retornaría a los picos históricos cercanos a 1,5 millones de toneladas, permitiendo cubrir con creces el consumo interno y obtener un saldo exportable. La trilla comenzará en septiembre.

Como es sabido, en Argentina se presentaron varios factores que motorizaron una mayor intención de siembra, aunque a medida que avanzan los trabajos los números se están corrigiendo a la baja desde las expectativas iniciales. Se destaca un fuerte crecimiento de la superficie triguera en el centro y norte del país, donde las condiciones de humedad eran favorables al momento de tomar las decisiones, con precios satisfactorios y mejor espalda financiera para encarar la campaña. En cambio, en la provincia de Buenos Aires persiste un retraso considerable en los trabajos de implantación, que sumado a la dificultad para comercializar el cereal remanente de la campaña pasada limita el entusiasmo de los productores por el cultivo.

La situación de Uruguay presenta algunas similitudes con la del distrito de mayor potencial triguero de nuestro país. En la pre-campaña se especulaba con un sostenimiento o ligero incremento del área que ha quedado prácticamente descartado, luego de que la siembra se ralentizara notablemente durante el mes de junio en el marco de condiciones climáticas desfavorables. El retraso en la colecta de cultivos de verano -fundamentalmente, la soja- generó problemas adicionales. Los productores debieron abandonar los ciclos largos para trabajar con intermedios-cortos y si bien en las primeras dos semanas de este mes se ha logrado recuperar parte del tiempo perdido, es prácticamente un hecho que no se alcanzarán las previsiones iniciales de siembra, que los más optimistas ubicaban por encima de 500.000 hectáreas.

Por estos días se estima que la superficie tendría un techo de 420.000 hectáreas. De obtenerse un rinde similar al tendencial, la cosecha -que comienza en la segunda semana de noviembre- alcanzaría un volumen de 1,4 millones de toneladas, generando un saldo exportable ligeramente menor al del último año. No obstante, es muy pronto para obtener conclusiones certeras, siendo crucial el comportamiento del clima durante los meses de agosto y septiembre.

Finalmente, en Bolivia no se esperan grandes cambios frente al año pasado. En los once principales distritos productivos del país la siembra sumó alrededor de 100.000 hectáreas y cuando faltan pocas semanas para comenzar con los trabajos de recolección se avizora una cosecha en torno a 120.000 toneladas.

Perspectivas del balance comercial

Las primeras proyecciones permiten advertir que el mercado regional logrará oferta suficiente para cubrir los requerimientos de consumo para el período comprendido entre finales de este año y el 2015. Brasil, por lejos el mayor consumidor de la región, lograría una producción récord que recortaría su necesidad de importación hasta 5,5 millones de toneladas, volumen 20% inferior al promedio anual de las últimas cinco campañas. De hecho, se estima que buena parte de la cosecha lograría calidad suficiente para abastecer a la industria molinera, aunque una proporción cercana al 10% quedaría con estándar forrajero, destinándose a la exportación a mercados africanos o del sudeste asiático.

Parte del cereal que deberán importar los molinos brasileños del interior y la zona atlántica provendrá de Paraguay y Uruguay, países que a priori contarán con un saldo exportable cercano a 900.000 y un millón de toneladas, respectivamente. En ambos países hay un stock remanente del año pasado, pero los compradores brasileños permanecen mayormente ausentes. En tanto, creemos que Argentina estará en condiciones de exportar unas siete millones de toneladas del cereal durante el próximo ciclo, sumando a la expectativa de cosecha 2014/15 el abultado stock que quedaría remanente de este año. Desde principios de año apenas se han embarcado 1,3 millones de toneladas, con Brasil como destino casi excluyente.