Commodities

Poco impacto local del fuerte avance del trigo externo

Guillermo Rossi

Los precios internacionales del cereal comenzaron la semana con subas muy pronunciadas, impulsados por los conflictos geopolíticos en la zona del Mar Negro y el deterioro en la condición de los cultivos de invierno en las planicies norteamericanas. Con el paso de los días las subas se vieron reafirmadas por la acción compradora de los fondos especulativos, que salieron a cubrir con agresividad sus posiciones vendidas. Este factor provocó una baja notable en el interés abierto de los futuros en Chicago, que aterrizó en su nivel más bajo de los últimos cuatro años. Los problemas logísticos de Canadá y las perspectivas de caída en la producción australiana en la próxima campaña se acoplaron al sentimiento alcista predominante.

Los contratos de futuros exhiben una escalera de precios ascendente para los próximos meses, reflejando la expectativa de una menor cosecha mundial en la campaña 2014/15. A contramano de lo que se espera para la producción, el consumo seguiría creciendo y absorbería una proporción creciente de las existencias, impidiendo que la relación de stocks/consumo entre los principales exportadores vuelva al holgado nivel de la campaña 2009/10. El único gran interrogante que cabe introducir es la participación de China en el comercio internacional, esperándose un retroceso para el próximo año luego de que sus compras se ubiquen por encima de 8 millones de toneladas en ciclo actual.

El contexto luce propicio para que tanto Estados Unidos como los exportadores de Europa occidental capturen una mayor cuota del mercado durante los próximos meses, antes de la llegada de la nueva cosecha. Frente a esta perspectiva, a lo largo de la semana se alcanzaron precios máximos de tres meses en los contratos de CME en Chicago y de diez meses en Euronext París, revirtiendo parcialmente el pronunciado deterioro que venían mostrando desde los picos del año 2012.

Sin embargo, el impacto de esta situación sobre los valores FOB en puertos argentinos ha sido muy limitado, resultando en un mercado local que contó con pocos cambios en sus fundamentos. La mejora que insinuaron los precios locales obedeció en mayor medida a la retracción de la oferta en un marco de creciente necesidad de los compradores. Por estos días, tanto la molinería como los exportadores de la zona de Rosario se mostraron dispuestos a pagar $ 1.800 por tonelada, aunque los precios dependían de los requerimientos de calidad y las modalidades de pago de cada negocio. En tanto, el precio FAS teórico estimado por el Ministerio de Agricultura asciende a $ 1.866 por tonelada.

En el recinto de operaciones de esta Bolsa el volumen negociado totalizó unas 15.000 toneladas entre las ruedas del jueves y viernes, motorizado por la necesidad de un exportador de realizar operaciones de cobertura, que lo llevaron a mejorar sus ofrecimientos abiertos. Sin embargo, dado que el grueso de la producción de la última campaña se localizó en el sur de la provincia de Buenos Aires, la plaza no cuenta con oferta suficiente para generar un mercado profundo y dinámico en el segmento disponible. Asimismo, hasta el momento no hay referencias de precio para el cereal de la nueva cosecha.

Los mercados a término siguen premiando fuertemente las operaciones a plazo en detrimento de los negocios con entrega cercana. El diferencial de cotizaciones entre los contratos con entrega en marzo y julio se encuentra en u$s 15 por tonelada y supera a los costos de traslado por almacenamiento y seguro, aunque el componente financiero emerge como un factor que debería incentivar una mayor liquidación de mercadería en el corto plazo, fundamentalmente por la suba de las tasas de interés en pesos hasta niveles del 2% mensual para algunas colocaciones. Las necesidades de caja que aparecen con la cosecha gruesa constituyen un factor adicional.

El mercado local permanece mayormente aislado de las señales externas y la marcha de los precios en las próximas semanas dependerá en forma crucial del comportamiento de la oferta doméstica, presumiéndose que la demanda permanecerá sin grandes sobresaltos por estar asociada mayormente al consumo interno. Dado que se dispone de abundante mercadería de buena calidad hasta el empalme con la próxima cosecha, el potencial de avance del mercado luce más limitado que en el segundo semestre de años anteriores.

Suponiendo que la oferta total de la campaña totaliza unas 10 millones de toneladas entre producción y stock inicial, a principios de marzo quedarían unas 8 millones de toneladas de inventario físico para los consumos del resto del año, suponiendo embarques acumulados por 500.000 toneladas y molienda por 1,5 millones de toneladas. En función de las declaraciones de compras frente al Ministerio de Agricultura, el inventario en poder de los molinos sería de unas 500.000 toneladas, mientras que algo más de un millón estarían en manos de la exportación. El resto representa casi dos tercios de la cosecha y se mantiene aún en etapa primaria, en poder de productores, acopiadores y otros intermediarios.

Proyectando la situación de abastecimiento para el mes de noviembre, se destaca que el consumo interno total -incluyendo molienda para venta al interior y con destino de exportación, uso forrajero y semillas- requeriría de unas 6,5 millones de toneladas a lo largo del año comercial y otras 1,5 millones de toneladas serían exportadas en función del cupo de ventas al exterior anunciado para la campaña. De este modo, el stock final llegaría a 2 millones de toneladas, volumen equivalente a cuatro meses de consumo interno. La recomposición de esta variable frente a los números del año pasado es muy significativa.