Commodities

Sobre tendencias globales en la industria aceitera

Patricia Bergero

Durante el 3 y 4 de abril se desarrolló el Congreso Anual sobre Actualización del Mercado Internacional de Aceites y Grasas de AOCS (American Oil Chemists’ Society), en el que se trataron el panorama y las perspectivas del mercado aceitero en las principales regiones productoras exportadoras e importadoras de oleaginosos y sus derivados, y los temas críticos para los complejos oleaginosos, como sostenibilidad, nutrición, energía renovable, etc.

El Congreso tuvo lugar en la ciudad de Kiev, ubicada estratégicamente dentro de una región que demanda el 29% de los aceites vegetales que se comercializan globalmente (68 millones de toneladas), a la vez que reúne a los países que abastecen el 13% de los aceites vegetales negociados en el mundo.

La región que se menciona está comprendida por los 27 países de la Unión Europea, las naciones europeas que no pertenecen a la UE, Medio Oriente y Norte de África. Sólo entre Ucrania y Rusia tienen una participación del 8% del comercio internacional de aceites vegetales, siendo el de girasol el más vendido por esos países. Por lo tanto, no fue de extrañar la numerosa presencia de disertantes provenientes de Ucrania y de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI).

La segunda presencia numerosa de disertantes fue la de los malayos. Malasia ocupa el segundo puesto en el ranking de países productores y exportadores de aceites vegetales, primordialmente el de palma. Sin embargo, no hubo representantes de Indonesia, que es el primer país productor - exportador. Entre Malasia e Indonesia cubren el 62% del comercio internacional de aceites vegetales.

También estuvieron presentes representantes de cada uno de los tres principales importadores de aceites del mundo: India, China y la Unión Europea. Entre los tres absorben el 45% del comercio global de estos productos.

Todas las disertaciones mostraron varios puntos destacables, pero en esta oportunidad nos referiremos a sólo unas pocas. La principal es la que abordó la tendencia global en el procesamiento de oleaginosas. Esa presentación recayó en el reconocido especialista Tim Kemper, de la empresa Delmest Ballestra.

El procesamiento global de oleaginosas ha estado creciendo a un ritmo del 3,7% anual promedio en los últimos 5 años.

¿Qué significa esto? Que para satisfacer el crecimiento en el procesamiento de oleaginosas se necesita la instalación de 28 nuevas plantas por año, con una capacidad de industrialización de 1.500 t/día cada una.

La soja domina el crecimiento de la industrialización, ya que el 70% de dicho incremento se dio en esa oleaginosa en los últimos 5 años. Si se añaden colza y girasol, las tres oleaginosas justifican el 90% del crecimiento.

Desde el punto de vista de cuál es la región detrás de este crecimiento del procesamiento, China es la causa del 48% del mismo en los últimos 5 años. Le siguen Argentina y Brasil, con el 22%; Rusia y Ucrania con el 8% e India y Pakistán con el 7%. Las cuatro regiones han motivado el 85% del incremento.

Por otra parte, es posible verificar un patrón en lo que se refiere a la instalación de las capacidades. Dado que el 77% de la harina producida se consume dentro del país en el que se industrializa la oleaginosa, la capacidad de procesamiento se concentra en los países con mayor demanda de harina (ver el primero de los gráficos). La excepción es Argentina y se debe al diferencial arancelario que, a juicio del especialista, venía asegurando la cobertura de los costos operativos de procesamiento.

Es notorio el crecimiento de la industrialización de China en los últimos 5 años ya que, para satisfacer la demanda alimenticia animal, ha sido 10 veces superior a la de Brasil, país que le sigue en ampliación de capacidad. Son igualmente importantes los aumentos experimentados en India, Rusia, Indonesia y Tailandia.

Kemper señaló varias tendencias que se verifican dentro de la industria procesadora.

Algunas están vinculadas con el aumento en la escala de las plantas instaladas. De acuerdo con los datos de la empresa Desmet Ballestra, y tomando las instalaciones que efectuara entre los años 2007 y 2012, la tendencia es a la suba en aquellas plantas destinadas al crushing de soja, ubicándose la mediana de la capacidad en 1.900 t/día. En el caso de las plantas procesadoras de colza y/o girasol, la cantidad que se instala anualmente no habría sufrido variaciones a lo largo de los años, concentrándose en plantas chicas, con una capacidad mediana de 550 t/día.

Otras tendencias están relacionadas con la adopción de tecnologías que maximizan la eficiencia en la extracción. Esto se debe al incentivo extra que ha representado el diferencial de precios entre el aceite y la harina en las tres principales oleaginosas (soja, girasol y colza), y que supera al valor referente (benchmark) de US$ 400 la tonelada.

Respecto de los cambios tecnológicos que permiten maximizar la eficiencia en la industrialización, destacó que:

a) se privilegia la extracción por solvente en vez de la extracción por prensa.

b) ante los requerimientos sobre proteína, es ya habitual la instalación de equipamiento para el descascarado.

c) hay un creciente uso de expansores por varios motivos: mejora la digestibilidad de la proteína en la harina, se reducen los costos del flete al bajar la densidad de la carga a granel en un 10 a 12%, e incrementa la producción de lecitina en un 80%.

d) se están adquiriendo grandes extractores ya que el diferencial de precio entre el aceite y la harina puede representar unos 400.000 dólares al año para una planta de 2.000 t (0,1% más de rinde en aceite) y puede amortizarse en un año.

Como conclusión general, Kemper afirmó que están presentes todos los componentes para el crecimiento de la industria: población global, consumo de carnes per cápita y consumo de aceite per cápita; todos en aumento.

Considerando que en los últimos 5 años, el 48% del incremento del procesamiento mundial de oleaginosas se originó en China, es interesante conocer la opinión de dos disertantes sobre el panorama y las perspectivas en ese país.

Uno de ellos fue Liu Lili, gerente general de Sinopharm Fortune Way Company (empresa farmacéutica estatal). Aunque expuso sobre el mercado de aceite de girasol en China, en los puntos preliminares habló sobre el mercado chino de aceites vegetales.

Lili detalló algunos factores que, a lo largo de los últimos 15 años, fortalecieron la dependencia del mercado de aceites vegetales en las importaciones (limitados recursos naturales, costos de producción de granos en aumento y productividad declinante debido a la mayor cantidad de población envejeciendo -9% de la población es mayor a 65 años, con pronóstico de 17% para el 2020 y 30% para el 2050-) y que hacen que los costos de las materias primas domésticas hayan aumentado -y seguirían aumentando- respecto de los costos de los productos industriales, derivados mayormente de materias primas importadas.

En el panorama geneal, Lili destacó que 10 años atrás había una brecha del 53% entre el volumen de aceite comestible de producción propia (7,7 M t) y la demanda total de aceites (16,4 M t); hoy, es del 75% (6,7 M t la producción propia y una demanda total de 26,6 M t).

Retomando el tema de la dependencia en las importaciones y el crecimiento de la industria procesadora, Lili mostró que las importaciones de aceites comestibles fueron aumentando a un ritmo del 5,6% en los últimos 10 años, mientras que las de semillas oleaginosas lo fueron haciendo al 12,6% anual.

Por otra parte, ha ido en aumento el riesgo de negociar aceites con China, en relación con negociar granos, tanto para el importador como para el exportador. Los requerimientos de inspección y control oficiales son más numerosos y estrictos (antes había control sobre 7 elementos relacionados con sanidad y seguridad -arsénico, plomo, etc., residuos de pesticidas, elementos de polución y otros; hoy existen 16). En estos requerimientos está incluida la obligatoriedad del importador de almacenar el aceite en tanques para analizarlo antes de su venta y correr el riesgo, desde el 2013, de tener que devolver la carga al país de origen o destruir la mercadería si alguno de los análisis arroja un resultado negativo.

Los dos párrafos anteriores transmiten parte de los comentarios que fundamentan la opinión de la especialista china respecto de la dependencia en las importaciones. A su juicio, seguirá creciendo esa dependencia pero centralizada en las materias primas.

Greg Waranica, de Crown Iron Works, fue el especialista que habló sobre la industria oleaginosa en China. Luego de detallar la evolución del sector a partir de los '80, habló sobre la implementación de medidas y directivas del gobierno chino en los '90 para estimular el crecimiento de la industria aceitera de capitales chinos. Comentó que, al presente, subsisten muchas de aquellas directivas oficiales: las que instruyen que las empresas extranjeras sólo pueden ampliar sus capacidades de procesamiento en pequeña medida o incrementar su participación accionaria pero siempre en minoría.

Las empresas propiedad del estado están construyendo plantas a razón de 3 a 5 por año, con una capacidad de 3.000 a 5.000 t/día cada una; las compañías privadas (chinas o de capital mayoritario chino) también están agregando capacidad.

Con la perspectiva que China incremente el consumo de soja al ritmo del 7% anual en los próximos 10 años, sin los estímulos financieros oficiales de otrora, actualmente el panorama presenta: a) una capacidad de procesamiento dos veces superior a lo que se necesita; b) márgenes en retroceso; y c) plantas cerrando.

Para Waranica, sin embargo, el potencial que representa el mercado chino sigue siendo un estímulo considerable para la continuidad de las inversiones en el sector aceitero.

En opinión del especialista, la tendencia dentro del sector aceitero de China es la instalación de plantas de procesamiento en el interior del país, favoreciendo las localizaciones a lo largo de las hidrovías. De esta manera, se aseguran el fácil aprovisionamiento de oleaginosas importadas y la venta de aceites y harinas en el frente interno. Por otra parte, existe una creciente industrialización de oleaginosas que no son soja, hay una política que fomenta la inversión de capitales chinos en la industria procesadora de soja en países como Brasil y Argentina y existe un debate (o una   idea no del todo acabada) de competir con Argentina capturando el mercado asiático de aceites y harinas.