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El gran dragón chino del clima en el verano del 2015

Cristian Russo

La "Ruta de la seda" fue a partir del siglo II antes de Cristo la primera ruta comercial entre Europa y China. En China, antiguamente, uno de los objetos más valorados en la antigua ruta de la seda eran los cadáveres de cocodrilo. Traídos de los mercados persas, se comercializaban por fuertes sumas como "cadáveres de dragones" aún en épocas de Las Cruzadas.   Los dragones, símbolo en occidente del mal, el poder, la fuerza, el fuego y lo monstruoso, son en oriente considerados cómo la expresión de las fuerzas primitivas de la naturaleza y el universo.   Símbolo de la buena fortuna, la sabiduría y el agua; los dragones chinos son la imagen del poder espiritual supremo. Es la evolución de la astucia terrenal de la serpiente. Con orejas de toro, largos bigotes de gatos, cabeza de caballo, cuernos de siervo, garras de águila y zarpas traseras de tigre, cubierta de escamas marinas, la serpiente transmutada simboliza a la libertad del espíritu. Esta figura mítica gobernó los océanos y los cielos asiáticos de la antigüedad y se transformó en los emblemas oficiales de las familias imperiales chinas y japonesas.      

Todas estas historias de dragones comenzaron a interesarme cuando viajé a China en el 2012. Curiosamente -ese año- era en el horóscopo chino el gran año del dragón. En uno de los museos de Shanghái vi una enorme pintura que me llamó la atención. Se trataba de un paisaje nocturno donde un pequeño arroyo descendía por uno de los valles del Tíbet con el monte el Everest (Qomolangma) de fondo.   A los costados había un monasterio y un pequeño niño rapado, vestido con una túnica carmesí. Rezaba arrodillado. Por encima de su cabeza, un enorme dragón chino en su vuelo por el cielo desgarraba con sus poderosas zarpas las altas columnas de nubarrones y liberaba las primeras gotas de la tormenta.   El guía chino de nuestro grupo, se acercó y me dijo "es el gran Dragón creando el río Changjiang"…  

Desde GEA (Guía Estratégica para el Agro de la Bolsa de Comercio de Rosario), elaboramos desde hace nueve años informes sobre la evolución de los principales cultivos de la región núcleo y las estimaciones de trigo, soja y maíz. Diariamente publicamos mapas con las variables climáticas de las 36 estaciones meteorológicas. Cada año, ante la mayor intensidad de los eventos climáticos, seguimos con más atención los fenómenos regionales y locales que tienen impacto sobre el clima local. Esto ayuda al sector agrícola y al sector comercial a tomar decisiones que permitan disminuir el riesgo asociado a este factor abiótico tan preponderante.  

El fenómeno de mayor escala que afecta a la atmósfera y a la carga de humedad que luego impacta sobre la pluviometría sobre todo del sector este de nuestro país, es precisamente "El Niño". Para predecir su comportamiento observamos las salidas de supercomputadoras que modelan datos actuales de las temperaturas de la superficie del mar en una zona muy específica del océano pacífico ecuatorial. Estas salidas establecen un valor probabilístico a un año de plazo, con distintos momentos que son agrupados de forma trimestral y muestran cómo se espera que varíen las temperaturas de la superficie del mar en el próximo año. Cuando estos indicadores superan un umbral positivo (+1) hablamos de un año Niño. Nos referimos a un año Niña cuando superan un valor negativo (-1).   Para predecir el clima, hace más de dos mil años, en el sudeste asiáticos los chinos habían descubierto otra tecnología: Los cocodrilos. Habían notado que estos eran sensibles a mínimos cambios en la atmósfera que alteraban su comportamiento. Observando su conducta, los chinos fueron capaces de predecir si se avecinaba un período lluvioso o si por el contrario deberían hacer ofrendas para pedirles a los parientes cercanos de los cocodrilos, los dragones, que se dignen a favorecer la ocurrencia de las lluvias para sus sembradíos.

Pero volviendo a este final de diciembre del 2014, y usando la tecnología actual, notábamos en setiembre que los modelos mostraban las mayores probabilidades de desarrollo de Niño a medida que nos acercamos al verano, con un 73% para el trimestre diciembre (2014) a febrero 2015. Actualmente el océano Pacífico ecuatorial presenta temperaturas superiores a las normales -en su mayor extensión- sin alcanzar los típicos valores de un claro evento Niño. Por lo tanto estamos ante un Niño débil, que aún no afectó significativamente al comportamiento de la atmósfera.  

Los modelos siguen dando para el trimestre diciembre-febrero del 2015, en promedio, temperaturas mayores a los valores normales. Por ellos sigue esperándose una fase cálida (Niño).

Si bien se espera que esto tenga un efecto benéfico sobre el aporte de humedad en Argentina, no será un efecto determinante. En realidad se esperan precipitaciones con mayores valores a los estadísticos que no estarían determinadas por efectos globales como el de "El Niño" sino por factores locales como por ejemplo la buena provisión de humedad que está teniendo el sur de Brasil. Diciembre de este año ha tenido un paso benevolente por Argentina dejando buenas provisiones de agua que se han repetido frecuentemente con temperaturas frescas que limitaron las condiciones de la demanda atmosférica de humedad. De todas formas hay que estar atentos porque hay altas posibilidades que en enero se establezca un período de intenso desecamiento por temperaturas mayores a las esperables estadísticamente.

Es por esto que desde el GEA esperamos que el clima se comporte más favorablemente con los cultivos este año y podamos comenzar sin los graves problemas del año pasado. La sensación de ver a los cultivos deteriorarse, es una de las emociones humanas negativas más propias del sector agropecuario y nos conecta con nuestro pasado y la necesidad de que algo no se nos escape de nuestro control.   Esta misma emoción fue la que creo muchos ritos religiosos en China, asociados a la fertilidad de la tierra y leyendas, cómo la de los dragones y la creación de los cuatro grandes ríos de este gran país asiático: el Heilongjian (Dragón Negro) en el norte, el Huanghe (Río Amarillo) en el centro, el Changjiang (Yangtze, o Gran Río) en el sur y el Zhujiang (Perlado) mucho más al sur. Se dice que los cuatro dragones sagrados (semidioses) al ver que los cultivos se deterioraban por la falta de agua y la gente comía raíces o arcilla - cuando ya no hubo más raíces-, desafiaron el castigo del Emperador de Jade, personaje central de la mitología china. Los cuatro dragones sagrados -el   Dragón Negro, el Perlado, el Amarillo y el Gran Dragón-, tomaron agua del mar y la arrojaron desde el cielo sobre las espigas de trigo y el sorgo. Cuando el emperador se enteró de que habían hecho llover sin su consentimiento, se puso furioso y uso su magia para que cuatro grandes montañas cayeran sobre los dragones y los encerrarán por toda la eternidad. Los dragones sagrados, decididos a ayudar a la gente y sus cultivos, se convirtieron en los cuatro grandes ríos que corren a lo largo y a lo ancho del gran territorio Chino.