Commodities

El mercado de granos en el 2015

Emilce Terré

A la fecha, resulta difícil pensar que el año próximo traiga grandes novedades a la cadena agrícola. Desde el punto de vista productivo, se sumaría un nuevo año sin poder despegar decididamente de los 100 millones de toneladas anuales, mientras que del lado de los precios, más allá de fluctuaciones normales del mercado y alguna revalorización relativa, no existen señales claras de una recuperación a los niveles que supimos ver dos años atrás.

Por otro lado, siendo el 2015 de un año mayor incertidumbre política ante la imposibilidad de prever quién resultará ganador de las elecciones presidenciales resultaría acorde a la experiencia previa que las decisiones de más largo plazo, relacionadas fundamentalmente a los planes de la inversión de los distintos eslabones de la cadena, se pospongan hasta aclarar el panorama.

Respecto a los precios, las turbulencias económicas en las economías emergentes (depreciación del real brasileño incluida), la cada vez más firme decisión de la FED de abandonar paulatinamente   la política monetaria expansiva aumentando las tasas de interés, y la fuerte caída del petróleo imponen un límite a la potencial recuperación de los precios, incluso pese a algunas señales de fortaleza de la demanda. Si la caída de los precios del petróleo puede considerarse una tendencia establecida que surge del cambio de estrategia de la OPEC (privilegiando competitividad respecto a productos sustitutos por sobre la revalorización de su producto de exportación estrella), entonces ello se traduce en menor sostén para los precios de los granos en general, y de los aceites vegetales en particular.

Incluso la recuperación del mercado internacional que se evidenció en las últimas semanas han estado muy relacionadas a apuestas financieras, con fondos ingresando dinero al mercado de futuros de Chicago, ya que las bases negociadas en el mercado disponible de EEUU se han movido mayormente en baja frente al ingreso de la cosecha récord de trigo y maíz. Estas compras de los fondos podrían mermar en un escenario de recuperación de los papeles financieros ante el cambio de estrategia de la Reserva Federal norteamericana, al tiempo que la revalorización del dólar tiene per se un impacto negativo sobre los commodities agrícolas al encarecer su precio, valuado en moneda estadounidense. A ello se le suma que en los últimos años Argentina ha optado por un régimen de flotación administrada que en la práctica redundó en un relativo atraso cambiario, por lo que nuestro sector exportador se encontrará quizás en peores ventajas respecto de otras economías a la hora de aprovechar ganancias de competitividad de corto plazo derivadas de la depreciación de la moneda.

Todo lo anterior no exime que factores aleatorios puedan dar sorpresas coyunturales, especialmente en los períodos críticos de evolución de los cultivos en países proveedores claves o frente a problemas logísticos a la hora de hacer llegar fluida y oportunamente la oferta récord hasta el consumidor final. Sin embargo, grosso modo, el escenario global de largo plazo ha virado, y en un contexto de fuerte recuperación de la oferta los precios de los commodities agrícolas difícilmente vuelvan a los niveles que supieron tener al llegar a su cénit la fase alcista del ciclo de commodities agrícolas en el lustro 2006-2012.

Respecto a las modificaciones de precios relativos, resultaría factible que se sostenga la revaluación del maíz respecto a la soja, fundamentalmente hacia el mes de abril cuando el productor del Hemisferio Norte debe definir sus planes de producción y con el fin de detener la sangría en favor de la oleaginosa y desmedro del cereal. Caso contrario, los precios se acomodarán hacia el último trimestre del año cuando el segundo resulte relativamente muy escaso respecto de la primera. No debe olvidarse que el maíz resulta el grano más producido y consumido a nivel global, por lo que la disposición a pagar se recuperaría por debajo de cierto umbral de oferta, y con más razón en un contexto donde la reactivación de la ganadería favorece al forrajero.

Frente a la combinación de un potencial viraje en la conducción política nacional con el escenario de precios descripto difícilmente en el ritmo de negocios en la cadena agroindustrial recupere la vigorosidad que otrora ha tenido al tiempo que se mantendría la predilección por el cultivo sojero, de menor riesgo comercial, respecto de otros alternativos. En el caso de las siembras invernales, la desazón del productor triguero la presente campaña posiblemente se traduzca nuevamente en una caída de su área sembrada el próximo año, inclinándose posiblemente por la cebada. Para el maíz particularmente, el flujo comercial del 2015 posiblemente se asemeje al del 2014 en el sentido que la entrada del grueso de la oferta se retrasaría hasta los meses de junio/julio, otorgando potenciales ventajas en precios a quienes vendan en contra-estacionalidad.  

En el marco descripto, ya no ganará cualquiera que apueste al agro como quizás era más fácil que ocurra hasta hace poco tiempo atrás. Hoy, el contexto exige que los distintos eslabones de la cadena diseñen con precisión milimétrica su estrategia comercial de modo de maximizar la ganancia a obtener sujeto a un determinado nivel de riesgo, que se ha visto potenciado. Así, la recomendación general es aprovechar las coyunturas favorables para, según el caso, fijar precios mínimos de venta o establecer techos de compra, aliviando las consecuencias de la volatilidad de los precios por sobre los resultados de la empresa.