Economía

Brevísima introducción a la ciencia económica

Rogelio Pontón

Por qué una introducción a la ciencia económica? ¿No es mejor mostrar estadísticas y análisis de la coyuntura?  La lectura de los informes de coyuntura no suele brindar una comprensión de los fenómenos involucrados. Las estadísticas estimulan el ánimo de la gente, hoy con los precios para arriba y mañana para abajo, pero comúnmente no se percibe ni se comprende donde radica la unidad de los mencionados fenómenos. ¿Pregúntesele a un estudiante avanzado en la ciencia económica por la definición de ésta?, le parecerá una cuestión intrascendente. Siguiendo esa desorientación colectiva dudará sobre qué es lo que entiende por la ciencia que él mismo está estudiando y, finalmente, repetirá lo que ha leído en algún libro: la ciencia económica es la ciencia de la riqueza o, sin más, la ciencia que estudian los economistas.

 Una de las pocas definiciones que puede soportar la crítica es la que presentó Ludwig von Mises y que puso de tituló en su principal libro, «La acción humana» (1949). Para este economista, la ciencia económica es ‘praxeología’, es decir ciencia de la acción. El ser humano actúa para pasar de una situación menos favorable a una situación más favorable. De este axioma se deducen una serie de teoremas o leyes que son: a) la ley de la utilidad marginal, b) la ley de rendimientos decrecientes, c) la ley de preferencia temporal y d) la ley de asociación de Ricardo.

 Las mencionadas leyes surgen por vía deductiva del concepto de acción siguiendo un encadenamiento lógico. La primera ley, la de utilidad marginal, es la que explica el valor de cambio de los bienes del cual surgirán posteriormente, en la catalaxia, los precios. Cuando una persona consume distintas unidades de un bien, la utilidad que le  proporcionan las sucesivas unidades es cada vez menor. Si realiza un intercambio, entregará la unidad que le proporcione menor utilidad.

 La ley de rendimientos decrecientes es la que da cuenta de cómo los factores productivos deben combinarse para una producción más eficiente.

 La acción humana se desarrolla en el tiempo y ello da lugar a la ley de preferencia temporal. El ser humano prefiere más el mismo bien hoy que mañana. Esa ley de preferencia temporal es la que sirve de base a la teoría del interés, sustenta la llamada teoría del capital y da forma a la estructura de la producción. Habrá más producción de bienes de capital o de consumo conforme a esa ley de preferencia temporal que sienta las bases del consumo y del ahorro.

 En cuanto a la ley de asociación de Ricardo, no es más que la vieja ley de los costos comparados aplicada en el comercio internacional pero que también se puede aplicar en cualquier transacción comercial. David Ricardo había demostrado que si Portugal era más eficiente que Inglaterra en la producción de vinos y también de tejidos, convenía que se dedicase no a las dos producciones sino a la que comparativamente era más eficiente, supongamos los vinos, e importar de Inglaterra los tejidos. Es una verdadera ley de asociación ya que asocia a los países entre sí, teniendo también una gran repercusión política. Recordemos la vieja frase: «Cuando las mercaderías no cruzan las fronteras las cruzan los ejércitos».

 Con respecto al concepto más estrecho de ciencia económica, la catalaxia, es la ciencia que estudia el mercado, los precios y el encuentro de la oferta y demanda. En la catalaxia se aplican las distintas leyes praxeológicas pero se hace uso de distintas hipótesis de trabajo y estadísticas.

 El mecanismo de los precios es el que coordina los innumerables planes de los productores y consumidores. Sin este mecanismo, como ocurre en un sistema socialista puro, ‘no es posible el cálculo racional’. Pero esto se explica también por la falta de un factor fundamental que motoriza la economía: el empresario.

 El empresario, ese sujeto casi olvidado en los libros de textos, es el que da movimiento a todas las transacciones económicas. Al advertir diferencias de precios espaciales o temporales, compra donde o cuando es más barato para vender donde o cuando es más caro, y al poner en movimiento a la economía es el que siguiendo la ley de rendimientos decrecientes adelanta la paga del salario al factor trabajo igualándolo con el valor del producto marginal de la mano de obra.

 Un elemento importante de la catalaxia es la moneda, el medio indirecto de cambio. Esta surge en el proceso de mercado y a ella también, como a cualquier bien o servicio, se le aplica la ley de la utilidad marginal. Una mayor cantidad de unidades monetarias lleva a una menor utilidad de cada una de esas unidades, lo que se percibe en los procesos inflacionarios.

 La historia monetaria ha tenido varias etapas: a) al principio la moneda era un bien de uso generalizado, como podía ser el ganado, la sal, etc.; b) después se usaron los metales dado que eran durables y escasos, dos condiciones fundamentales; c) luego aparecieron las monedas metálicas en forma de disco y de un determinado peso; d) luego la moneda de papel que no era más que un mero recibo de una cantidad de metal depositada en una institución bancaria; e) después el papel moneda, que no tenía un respaldo total y f) finalmente apareció la moneda bancaria que surge por un proceso de multiplicación dado los encajes parciales que tienen las instituciones financieras. Este último aspecto, que hoy en los libros de texto se despacha en una página a través de unos gráficos, es uno de los más importantes de la ciencia económica. Mises, en su obra del año 1912, «Teoría del dinero y el crédito», le dedicó alrededor de 200 páginas.

 A través de un famoso teorema, llamado ‘teorema regresivo del dinero’, Mises demostró que la moneda surge de un proceso de mercado. No es obra de los gobiernos. Cuando estos, a través de la emisión monetaria provocan la inflación, llevan a la distorsión de los precios relativos de los bienes y servicios y terminan llevando a la desorganización de la economía, al ciclo de los negocios y al receso.

Como vimos anteriormente, la tasa de interés no es un fenómeno meramente monetario como se da a entender en los usuales libros de texto. Como enseñó el economista sueco Knut Wicksell, la tasa monetaria de interés es la que ve el público pero no es más que un vestido de la verdadera tasa que es la de preferencia temporal. Esta última no se ve ya que las personas tienen distinta preferencia temporal, de ahí que el ente monetario emisor y los bancos deban ser muy prudentes para no romper el equilibrio, supuesto teóricamente, que debe existir entre ambas tasas, pero si por la inyección monetaria o del crédito la tasa monetaria cae por debajo de la tasa de preferencia temporal, se producen los que se llaman ‘ciclos económicos’ con el alargamiento de la estructura productiva, la inflación y el posterior acortamiento de la estructura con recesión y desempleo.

 La obra «La acción humana» nos muestra la unidad de la ciencia económica y esto se resume en la mencionada teoría del ciclo. En esta teoría todos los aspectos anteriores se conjugan: los precios como señales que guían la producción, la tasa de preferencia temporal como precio relativo en el tiempo, el equilibrio de las tasas de interés, la acción empresaria buscando diferencia de precios, la teoría del capital y la estructura de la producción, la moneda, la inflación, el receso, el desempleo, etc. Lamentablemente, esa unidad de la ciencia se ha ‘balcanizado’ y los libros de texto en uso nos hablan de un sinnúmero de temas que están desconectados entre sí. El hilo conductor se ha perdido y la ciencia económica se ha convertido en una serie de fórmulas y números inconexos e incomprensibles para el grueso de la población.