Economía

Lunes negro en los mercados


Atento la reducción de la calificación crediticia de la deuda de EEUU de AAA a AA+, los mercados del mundo se derrumbaron. Frente a la venta de activos accionarios pareció que el refugio alternativo fuera hacia la mayor liquidez posible y dentro de tal axioma, los inversores prefirieran el oro, el Franco Suizo, el Yen, los Bonos del Tesoro de Alemania (Bunds) y los Bonos del Tesoro de EEUU. En nuestro país el «miedo a una posible recesión internacional» determinó que el popular US$ fuera el elegido como protección y no menos de US$ 240 millones fueron comprados por los tenedores de liquidez en Pesos al Banco Central.

A título solamente de presagio -sin ninguna otra pretensión, teniendo en cuenta la incertidumbre que estaría afectando la economía internacional- se puede manifestar que el actual «derrumbe de los mercados » presenta distintas características a las fuertes caídas sufridas en el período Junio 2008 a Marzo de 2009. En tal período asistimos a un verdadero «crack» del sistema financiero estadounidense, con una revalorización simultánea del Dólar, atento a su extraordinaria carencia, al exigirse el pago en efectivo de todos los agregados monetarios (plazos fijos bancarios, préstamos corporativos, hipotecarios, soberanos y todo el adicional desregulado de derivativos, que en muchos casos carecían de respaldo tangible). Ello dio lugar en EEUU, a una extraordinaria expansión monetaria no inferior a 2,6 billones de Dólares, a lo que se sumó los diversos estímulos fiscales y monetarios por parte de la FED, al fin lograr una recuperación económica-financiera, que permitió a ese país y al mundo volver a crecer prácticamente hasta la fecha. A nuestro parecer, el ajuste actual, si bien importante, es producto de un «contagio de miedo», que indudablemente siendo envolvente y peligroso, encuentra a la economía del Mundo más ubicada y aunada para enfrentarlo con cierta energía y fortaleza.

Es evidente que los fines propios de los bancos centrales son: el mantenimiento de la estabilidad monetaria, coadyuvar al crecimiento económico y evitar el flagelo de una desocupación superior a la friccional. Es probable que, precisamente, estas dos últimas finalidades se consideren en la actualidad prioritarias.

El temor, el miedo, es paralizante. Se corre el riesgo que prime tal sentimiento que es opuesto a la actividad económica, que hace a la esencia de la personalidad humana. Hoy en día, observamos que los resultados empresarios (germen del capitalismo), que se presentan en el importantísimo Índice Standard & Poor´s de EEUU, muestran un plazo de retorno sumamente reducido en años, acorde con los muy buenos retornos de inversión sobre patrimonio, recientemente logrados. En nuestro país y en los países de Latinoamérica, en general, también es notable tal importante circunstancia. Y ello es una buena nota para su inversión.

Confiamos en la reacción de los mercados, que en numerosas ocasiones no son realmente racionales en su accionar, aunque siempre deben ser respetados y observados. Es de creer que la reacción, aunque no inmediata (tener en cuenta la «reposición de posiciones en efectivo», que determinan las «anteriores compras «apalancadas», actualmente por su precio reducido), se producirá porque la actividad económica, aunque posiblemente hoy, algo más resentida, continuará en funcionamiento y porque todos somos contestes de la calamidad, que significa una recesión aguda y una injusta y despreciable desocupación laboral y productiva.

Rodolfo C. Rossi

Buenos Aires, 8 de Agosto de 2011