Economía

Algunos comentarios sobre el baile de las monedas


Semana tras semana vemos, en los comentarios internacionales, como las principales monedas del mundo bailotean unas con otras en sus distintas relaciones. Tengamos en cuenta que no estamos hablando de las pequeñas monedas que como satélites siguen a las grandes estrellas, sino que estamos hablando de las principales, que son las que guían, a su vez, los precios de las materias primas o commodities.

Los comentarios de los analistas no hacen más que seguir el derrotero de esas monedas, especialmente de la relación dólar/euro, a la que seguirá en el futuro la relación dólar/yuan. Hoy estas monedas son las principales del mundo y en las relaciones comerciales la primera, es decir el dólar, es responsable de casi el 80% de las transacciones.

Cuando el dólar se aprecia, caen los precios de las commodities más importantes. Cuando el dólar se deprecia, vemos como los precios de esas materias primas aumentan.

La eficiencia en las relaciones comerciales entre las empresas (ya que las relaciones entre las regiones y los países son meramente abstractas) se rigen por la vieja ley desarrollada por David Ricardo en su libro de 1817, «Principios de economía y tributación» (en realidad, desde un punto de vista de la historia del pensamiento económico, el autor de la ley habría sido James Mill).

Según esa ley, en las relaciones comerciales, a pesar de que una empresa o país pueda ser más eficiente que otras u otros en todo tipo de producción de bienes, no se debe ocupar de producir todos sino sólo aquellos para los cuales tiene mayores ventajas comparativas e importar de los otras u otros las mercaderías producidas con menor eficiencia. Eso lleva a estrechar el vínculo entre las personas, empresas, regiones y países y es por ello que ha sido bien llamada ‘Ley de asociación’.

Claro que en las decisiones diarias, los cambios que se registran en el precio de las commodities, alteran sustancialmente esas relaciones de eficiencia. En una palabra: es fundamental tener una unidad de medida que se mantenga con el paso de tiempo y en ese sentido las principales monedas del mundo no cumplen con esa regla.

En relación a lo anterior tenemos dos posturas:

a) Los que defienden tipos de cambio fijos, como puede ser el esquema de la moneda única europea, el euro, y que sostienen que debe haber una unidad de medida, o como lo fue en un tiempo el sistema de patrón oro.

b) Los que defienden tipos de cambios fluctuantes, como ocurre en la relación cambiaria entre el dólar y el euro, y que sostienen que la postura a) es muy rígida dado que los países tienen productividades diferentes.

Es cierto que la postura a) es más rígida pero, en realidad, también la postura b) es rígida ya que parte de la ficción que la productividad es la misma dentro del ámbito de un país. En EE.UU., por ejemplo, que tiene una sola moneda, el dólar, la productividad de las empresas difiere entre unas y otras, como tampoco las regiones tienen similares productividades o eficiencias. Los defensores de los tipos de cambio fluctuantes parten de la ficción de una productividad única para todo el país.

El gran defensor de los tipos de cambio fluctuantes, el Premio Nobel Milton Friedman, estimaba que el control monetario en los distintos países de mundo iba a llevar a que no hubiese inflación. Partiendo de esa posición, estimaba que los tipos de cambio entre las distintas monedas no iban a tener grandes fluctuaciones dada la vieja teoría de la ‘paridad del poder adquisitivo de las monedas’. Pero la realidad se encargó de mostrar que eso no fue lo que ocurrió. A pesar que las tasas de inflación en las dos últimas décadas disminuyeron apreciablemente en los principales países del mundo, los tipos de cambio siguieron teniendo grandes fluctuaciones. En este sentido, el mismo Friedman, en una conferencia desarrollada en Israel allá por los años ’70, reconoció que era bueno para un país chico hacer depender su política monetaria de un país más grande fijando entre las monedas de ambos una relación fija.

La pregunta que cabe hacerse es la siguiente: si su recomendación es buena para los países más chicos, ¿por qué no es también buena para los países más grandes?